CUSTODIO Y PROTECTOR
¿Una película documental sobre san José? Si lo propio de un documental es utilizar materiales tomados de la realidad, ¿qué material se podría encontrar sobre un personaje que vivió hace 2000 años y del que solo encontramos alguna referencia en los escritos de los evangelistas Mateo y Lucas?
Si se hubiera anunciado como una película de ficción, podríamos pensar en una narración con base histórica y con José, el carpintero de Nazaret, como protagonista. Pero una leyenda en el cartel no ofrece lugar a dudas: “Una película documental de Goya producciones”. Sin embargo, en el momento en que se apagan las luces de la sala, se ilumina la pantalla y empieza la magia del cine, se disipan las dudas y el espectador comprende que está frente a una auténtica película documental.
Para recordar al José histórico, del que tan poco se sabe, aunque, como dice el Papa en la Carta, ese “poco” sea “lo suficiente para entender qué tipo de padre fuese y la misión que la Providencia le confió”, la única concesión a la ficción que el director se permite: dos actores (Paco Pérez-Reus y María Gil) encarnan a José y a María. Pero no siguen una trama, se trata tan solo de una pequeña recreación de lo que debió de ser la vida cotidiana de la familia de Nazaret. Vemos a José en el taller de carpintero, con su familia a lomos de un burro, y también con una antorcha encendida, como forma plástica de dar a entender su fuerza imbatible ante las asechanzas del demonio. Es una forma dinámica de contextualizar al personaje, pero no es un docudrama, sino un auténtico documental.
Los “materiales tomados de la realidad” que constituyen el hilo de la narración se corresponden con las huellas de san José –reales, constatables– en el mundo de hoy. La cámara nos traslada a los lugares más lejanos del mundo, donde descubrimos la presencia del Patriarca, desde Cotignac en Francia o Tuscania en Italia, donde, se dice, el santo se apareció en el pasado, hasta las coloridas procesiones en honor del santo en Perú, o el Santuario de san José en la isla de Cebú, en Filipinas. En España, viajamos a Toledo, a Ávila, a Barcelona. Recordamos la especial devoción hacia el Patriarca por parte de santos muy nuestros, cercanos a nosotros y a nuestra experiencia. Nos habla, por ejemplo, de san Enrique de Ossó, quien, en 1893, publicó una “Novísima Novena consagrada a honrar al incomparable Patriarca san José, patrón de la Iglesia universal”, en cuya portada figuraba una frase de otra gran devota del santo, Teresa de Jesús: “Querría ver a todo el mundo devoto de mi señor y padre san José, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. San José socorre en toda necesidad. Pruébelo quien no lo creyere”.
Pero lo más impresionante del film son los testimonios de personas vivas de nuestro entorno, algunos de los cuales desnudan su alma para contarnos cómo el santo se ha hecho su compañero de camino, los ha socorrido, como diría la santa abulense, y ha transformado sus vidas con la luz de Jesús. Así el artista catalán Xavier Bartomeu quien, como la también artista Elena Pilar, explica cómo fue su conversión por mediación de san José, o un joven que ejercía la prostitución en las calles de Barcelona y, gracias a la intervención del santo, recuperó su vida y su dignidad, o el estadounidense Donald Calloway, antaño joven conflictivo y hoy sacerdote católico, etc.
Corazón de padre es una excelente película, visualmente muy hermosa, que avanza a muy buen ritmo, trabando perfectamente escenas bellísimas del templo de la Sagrada Familia, de tantas resonancias josefinas, de san José de la Montaña y de otros Monasterios, con los testimonios vivos de diversas personas y las enseñanzas de unos y otros.
No es una historia del pasado, ni es una de esas “devociones a bobas” que tanto temía santa Teresa. El documental presenta una realidad de protección y ayuda en nuestro mundo de hoy, por parte de quien amó a Jesús con corazón de padre y que, con el mismo corazón, camina junto al hombre.
Es una película interesante, ilustrativa y muy grata de ver. Oportuna en una época de tanto debilitamiento de la figura del padre. Figura herida y, sin embargo tan necesaria como puntal sólido y firme de la familia frente a cualquier vicisitud. El documental nos estimula a mirar más allá de lo inmediato, a no conformarnos con lo superficial –ese san José anciano de las figuritas del belén– para ir a lo profundo, a lo auténtico: el padre, sombra del Padre, que cuidó de Jesús y de María.