EL QUE TIENE UN AMIGO TIENE UN TESORO
La película narra la historia de cómo nació y se cimentó la amistad entre Fred Rogers, el icónico creador y presentador del famosísimo programa educativo para niños Mister Rogers' Neighborhood (El vecindario del Señor Rogers), que se emitió durante tres décadas en la televisión pública estadounidense, y Lloyd Vogel, un periodista amargado, enrocado sobre sus rencores y sus frustraciones.
En 1998, Lloyd Vogel, reconocido periodista de la prestigiosa revista Esquire, celebre por su pluma ácida, recibe el encargo de escribir la semblanza del célebre presentador de televisión Fred Rogers. Contrariamente a lo que esperaba, no se encuentra con un personaje fatuo y engreído, sino con una persona sencilla, que lo acoge afectuosamente en el ámbito de su intimidad. Algo receloso, se queda desconcertado sin saber muy bien qué opinar de ese hombre. Sin embargo, paulatinamente, a pesar de sus reticencias del principio, Rogers va suscitando en él un tal asombro, que el periodista acabará replanteándose su propia vida.
Un amigo extraordinario habla de redención, de perdón, de compasión y de cercanía de Dios. Las palabras llegan al alma gracias a la capacidad de un soberbio Tom Hanks de suscitar empatía y emoción en el espectador. Matthews Rhys sabe estar a la altura del duelo interpretativo. Sin necesidad de palabras, solo con gestos del rostro, consigue reflejar cómo la fortaleza fría y cerrada de su personaje va caldeándose y bajando paulatinamente la guardia bajo la buena influencia del amigo extraordinario que ha tenido la fortuna de encontrar en su camino.
Marielle Heller firma una película tan tierna y humana, que el espectador llega a temer que en cualquier momento caiga en una afectación edulcorada. Afortunadamente no es así y el guion, basado en el artículo del periodista Tom Junod –Lloyd Vogen en la ficción–, que fue portada de la acreditada revista Esquire en 1998, mantiene su ritmo ágil y equilibrado en todo momento.
La directora sabe adaptar el ritmo y los colores a la escena concreta que se está desarrollando, siempre con elegancia, sin exagerar y consigue un tal equilibrio entre los distintos formatos visuales que utiliza (el tamaño cuadrado de pantalla para lo que es programa televisivo, las miniaturas, las escenas oníricas de Lloyd, etc.), que el resultado es una auténtica maravilla de película.
A través del encuentro entre Llody Vogel, un hombre agriado y consumido por la ira y el rencor, y Fred Rogers, un hombre bueno y generoso, Marielle Heller ofrece una reflexión sobre cómo orientar la vida para llenarla de sentido y plantea la pregunta que dio título al famoso artículo de Junod, «Can you say... hero?» (Algo así como ‘¿Podríamos llamarle héroe?’). El interrogante queda en el aire para que cada cual se cuestione si, en nuestra sociedad individualista, hace falta ser un auténtico héroe para adoptar en la vida una actitud fundamental de apertura a los demás.
Una película excelente en los aspectos formales, óptima en los contenidos humanos.