Cine y Valores

Sólo nos queda bailar

Título original: 
And Then We Danced
Género: 
Puntuación: 
4

Average: 4 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2019
Dirección: 
Guión: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
105
Contenido formativo: 
Crítica: 

LA DANZA DEL DESEO

Merab se ha preparado desde la infancia en la academia de danza nacional de Georgia, a la que asiste también su hermano, como años atrás lo hiciera también su padre. Es una tradición familiar y de interés nacional. Su pareja de baile es Mary, una chica tierna y apacible, que está enamorada de él. El sueño de Merab es poder llegar a formar parte de la Compañía Nacional de danza y para conseguirlo se somete a interminables ensayos agotadores.

Pero su mundo, prácticamente monolítico se ve fuertemente sacudido cuando se incorpora al grupo un nuevo bailarín, Irakli. Es muy bueno y representa para Merab un serio rival para conseguir el puesto de bailarín profesional en la Compañía. Sin embargo, lo que consigue de verdad desencajar el eje de la existencia de Merab no es el temor de que otro bailarín le usurpe el puesto que ambiciona con todas sus fuerzas. Lo que revuelve internamente al joven, hasta el punto de que se tambalee la base que lo sustenta, es la pasión ardiente que Irakli ha encendido en su interior.

El director sueco Levan Akin ha situado la historia en Tiblisi, la capital de Georgia, su tierra de origen, a orillas del Mar Negro. Como el país al que representa, la danza georgiana está muy aferrada a las tradiciones, con referencias explícitas en el film a que se trata de una realidad recia y viril y en la que, bajo ningún concepto, se permite que se infringir las normas. El mando absoluto e inflexible del entrenador y el carácter de la danza, enérgicamente varonil, constituyen una metáfora de la actitud intransigente y agresiva de la sociedad respecto de la homosexualidad.

En contra de lo que pudiera parecer al principio, en los primeros minutos de metraje, el tema de la película es la pasión de Merab e Irakli en una sociedad inflexible, con costumbres y tradiciones rígidas e inamovibles. El guion resulta endeble, sobre todo en la segunda parte del film, cuando aparecen tramas secundarias y empieza a destacar el carácter meloso de melodrama. Es una película al servicio de la ideología de género, con un interés muy reducido para el público en general.

Levan Gelbakhiani, que es bailarín profesional en la vida real, hace un buen trabajo, sabe transmitir emociones y se hace cercano al espectador. El resto del reparto, muchos de ellos también bailarines, están incluso más que correctos. La puesta en escena de Levan Akin es el reflejo de la existencia del protagonista. El gris de la tristeza alterna con el color de la alegría, el vigor y la fuerza de las escenas de danza con la ternura de las escenas íntimas familiares. La película ofrece hermosas escenas de baile visualmente muy potentes, que a muchos les resultarán más interesantes que la trama de los amores de Merab.

Al final, los cuadros de baile saben a poco y el film deja el regusto amargo y pesaroso de vidas sin horizontes.