AMOR Y DOLOR

A sus 18 años, Jessica está pletórica de sueños y proyectos. Es hija única de unos padres que la adoran y tiene muy buenas amigas con las que divertirse y compartir confidencias. Estudia y también colabora en el negocio familiar de catering. Su vida es resplandeciente en todos los aspectos.

Una noche conoce a Danny, un muchacho enormemente atractivo, educado y galante. Todo un caballero. Jessica se siente atraída por él y un poco intrigada por las ambiguas reacciones del chico a sus insinuaciones. Aparece envuelto en un cierto halo de misterio, con actitudes inexplicables ante determinados temas de su vida y ante situaciones de su relación personal.

Pero, por encima de esas sombras, que se ciernen sobre ellos como un mal presagio, los dos jóvenes se enamoran. Danny debe entonces abrir su pecho y descubrir a su novia los más hondos secretos y las lacerantes heridas que lo atenazan. Jessica, conmocionada, deberá decidir entre dos opciones igualmente duras: o deja que sus vidas se separen, cuando todavía están a tiempo de no sufrir demasiado, o decide dedicarse con todas las fuerzas de su corazón a hacer madurar su enamoramiento y crear un amor sólido e incondicionalmente generoso.

La película aborda, pues, las tres etapas de desarrollo hasta alcanzar un amor auténtico: primero la mera atracción, que, si se le da cauce, puede convertirse en enamoramiento y, finalmente, sobre esa base, la disposición de la persona a crear un amor auténtico. Aparece también cómo el amor de verdad tiene un componente heroico, pues, llegado el caso, no rechaza el sufrimiento y es capaz de entregar la vida por el amado. Serían temas muy interesantes si fueran tratados con un mínimo rigor y profundidad. Pero en el film solo forman parte de una historia edulcorada, tratada como un folletín de sobremesa.

Al personaje de Danny le falta credibilidad, quizá porque resulta exagerado el contraste entre la imagen de muchacho guapo y saludable, con un cuerpo perfecto y modales refinados, y la oscura realidad que esconde. Por otra parte, todo lo que el espectador conoce del pasado de Danny es porque él lo cuenta, lo cual resulta muy poco cinematográfico.

Aparte de los dos protagonistas, que están prácticamente todo el tiempo en pantalla, el resto de los personajes quedan totalmente desdibujados a pesar de tener una gran incidencia en la vida de cada uno de los jóvenes. Por no hablar de Tina, que uno se queda sin saber bien cuál es su relación personal con Danny.

Una historia romanticona, excesivamente dulzona. A la salida, al espectador no le queda nada de la película, ni tan siquiera la curiosidad de acercarse a la lectura de la novela.