SALVAR A LA HIJA RAG
Las mujeres casi han desaparecido del planeta a causa de una pandemia mortal, ocasionada por un virus que solo atacaba a mujeres, no a los varones. Ahora el mundo se ha convertido en un lugar hostil para las pocas supervivientes.
Un padre intenta llevar a lugar seguro a su hija Rag de doce años, a la que hace pasar por un chico a los ojos de todos. El padre está dispuesto a hacer lo que sea por salvar a su hija y, al mismo tiempo, quiere educarla como una persona de bien. Ambas tareas resultan extremadamente complicadas, pues los peligros acechan por doquier, y los dos fugitivos perciben el aliento del enemigo cercano.
La película empieza con un plano muy corto con el padre que le cuenta una historia a Rag, como suele hacer habitualmente. Son narraciones luminosas, con la niña como protagonista, con las que pretende iluminar su existencia, tan sumida en las tinieblas de la violencia que les rodea. Es una escena bellísima sobre el valor formativo de las fábulas bien narradas. El padre le está enseñando a su hija a que llegue a ser la narradora de su propia historia y asuma el protagonismo de su vida. Porque un día no muy lejano tendrá que volar sola, sin la constante protección de su progenitor.
Casey Affleck escribe, dirige y protagoniza este drama distópico que, lejos de ser una angustiante aventura de ciencia ficción, es una película intimista, sin adornos, que profundiza en la relación paterno-filial. El cineasta realiza bien las tres tareas: dirige correctamente, el guion está bien elaborado y encarna a la perfección a ese padre que, venciendo la natural inseguridad, intenta transmitir a su hija una formación humana que sea “la luz de su vida” en ese mundo tenebroso en el que le ha tocado vivir. Porque sobrevivir es, para él, mucho más que seguir con vida, supone no perder los valores humanos fundamentales necesarios para un armónico desarrollo personal. Anna Pniowsky, joven actriz de 13 años, encarna con naturalidad a esa preadolescente vivaz y decidida que tiene deseos de afirmarse personalmente y descubrir la vida, a pesar de los temores y del vértigo ante lo desconocido. El resto del elenco cumple asimismo bien.
En la película, junto a seres brutales, temibles por su egoísmo violento, aparecen también personas abiertas a la Trascendencia, cristianos que no dudan en arriesgar su vida por ayudar a los demás, al ejemplo de su Maestro. El crucificado preside esa casa acogedora donde reina el amor oblativo, único reducto cálido y luminoso en medio de las negras sombras.
La historia de Affleck es una metáfora de nuestra época, de los mil peligros que se ciernen sobre quien quiere conservar y transmitir los valores de generación en generación y decide llevar una vida coherente con sus creencias. Formar a un hijo en esa tensión es una labor difícil, pero, en la película como en la vida real, todavía hay esperanza, todavía hay motivos para confiar.
Una buena película, una interesante propuesta