PERSONAJES QUE NO SABEN SI VAN O VIENEN
Un pueblecito de Escocia, a mediados del pasado siglo. El pequeño Charlie, de solo once años, suele meterse en problemas en la escuela, porque insultan a su madre. En esa sociedad patriarcal, ancestral y machista, una mujer abandonada por el marido no es víctima, sino culpable. Lydia malvive trabajando en una fábrica textil a las órdenes inmediatas de su cuñada, Pam Kranmer, una mujer dura que la odia. Pero las cosas se ponen todavía peor cuando Robert, su exmarido, a punto de casarse con otra mujer, decide no seguir pagando el alquiler de la casa donde viven Lydia y Charlie, pues no quiere saber nada de ninguno de ellos.
Después de una pelea a la salida de la escuela, Charlie va al consultorio de la Dra. Jean Markham, que le cura las heridas y lo invita a ir a su casa a ver las abejas que cría en su jardín. Le sugiere que les explique sus deseos, como hacía ella misma de pequeña. El pequeño se entusiasma y las abejas pasan a ser sus grandes amigas y casi las amigas del espectador de tanta presencia en la película.
Cuando Lydia es despedida de la fábrica y se queda sin recurso ninguno para sobrevivir, la doctora la contrata como ama de llaves y madre e hijo se trasladan a vivir a su casa. Pero Jean, que ya tenía un pasado de homosexualidad que había sido motivo de escándalo en el pueblo, se siente atraída por la hermosa Lydia quien, a pesar de ser heterosexual, súbitamente se enamora de la doctora. No es verosímil, pero si previsible, dado el guion tan endeble y los personajes tan absurdos. Todos sin excepción. Y el drama que viene después no causa tampoco ninguna sorpresa, el espectador va por delante. Da pena el niño, cómo su inocencia abre los ojos a una realidad tan sombría.
Una película fallida.