IKEA FOR EVER
La película empieza en Bombai, donde Aja que sobrevive desde su infancia gracias a sus pequeños delitos y sus espectáculos callejeros de magia. A la muerte de su madre, decide cumplir su promesa de llevarla a París, aunque ya deba conformarse con llevar sus cenizas.
El suyo no va a ser un viaje tranquilo y sin emociones. En su turbulento periplo, se cruzará con un buen número de personajes variopintos, que de un modo u otro se colarán en su vida y la cambiarán para siempre. En París, conocerá el amor en una tienda de Ikea; más tarde vivirá momentos de peligro en Inglaterra con migrantes somalíes; en España quedará atrapado en un aeropuerto (¡Qué grande, el toro de Osborne presidiendo la sala repleta de ilegales!), y tendrá que agenciárselas para huir de los controles aduaneros; en Roma triunfará en una pista de baile; en el Mediterráneo…; en Libia…
El film, adaptación de la obra de Romain Puértolas El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea, es pura fantasía, magia como la que brota de las manos de Aja. El ritmo es desigual y algunas escenas con los migrantes pecan de excesiva ligereza, por no decir ingenuidad infantil. Pero, en el fondo, esos giros del destino que llevan a Aja a verse involucrado con distintos grupos de personas que buscan desesperadamente una vida mejor sirven a Ken Scott para mostrar que una comedia romántica y poética no está reñida con rasgos de una película social. Con algunas secuencias musicales y de baile, que ni tan siquiera vienen a cuento -como la de Ben Miller, el absurdo policía Smith-, decorados de auténticas cartas postales (Montmartre en París, la fontana de Trevi en Roma…), un exceso de azúcar y de buenos sentimientos, con todo eso, la extraordinaria epopeya del viaje del fakir -no siempre en un armario de Ikea- constituye una adorable fábula humanista, ligera y divertida, capaz también, entre risa y risa, de interpelar al espectador sobre la situación de los migrantes en nuestro mundo.
El film brilla también por su casting. El actor indio Dhanush, de 34 años, demuestra sus grandes dotes como actor y como bailarín. Le dan una magnífica réplica Bérénice Bejo y Erin Moriarty, como Nelly Marnay y Marie, respectivamente. Sin olvidar a Gérard Jugnot, el pícaro taxista parisino.
Una película muy entretenida, que permite pasar un buen rato y acaba lanzando un mensaje sobre cuál es la auténtica riqueza para un hombre.