COGE EL DINERO Y CORRE
En 1986, Denys Arcaud estrenaba El declive del imperio americano. Ahora, más de 30 años después, el declive ha tocado fondo y el imperio americano (léase la civilización occidental), con Donald Trump literalmente a la cabeza, se ha derrumbado definitivamente.
En la escena de inicio, absolutamente delirante, Pierre-Paul Daoust le explica a su novia -madre soltera que trabaja en un supermercado- la causa por la que él no puede triunfar en la vida y, por tanto, no puede ofrecerle una situación estable: es demasiado inteligente y la inteligencia es un obstáculo para medrar.
A pesar de ser un intelectual con una vasta cultura y un doctorado en filosofía, Pierre-Paul trabaja como chófer y repartidor para una empresa de mensajería de Montreal (Canada). Muy inquieto por la injusticia en una sociedad decadente que ha perdido totalmente el rumbo y no es capaz de distinguir lo esencial de lo accesorio, adora al dios dinero y está ciega ante el drama de los miserables de la tierra, el joven mensajero está comprometido en una ONG y colabora como voluntario en un comedor social.
Un día, justo cuando baja de su furgoneta para hacer entrega de un paquete, es testigo invisible de un atraco a mano armada, que sale mal y deja en el suelo, bajo los ojos atónitos de Jean-Paul, una serie de cadáveres y dos grandes bolsas de deporte llenas de dinero. Se enfrenta entonces a un dilema que debe resolver en décimas de segundo, porque el sonido de las sirenas de los coches de policía se oye cada vez más cerca: quedarse quieto esperando la llegada de los agentes o coger el dinero y salir huyendo. Sus problemas empiezan cuando se encuentra cercado entre la policía, una banda de gánsters y una seductora prostituta de lujo.
Con la ayuda de un amigo policía, Denys Arcaud ha elaborado un guion, impresionante por lo que tiene de realista, que muestra cómo enormes sumas de dinero pueden viajar de país a país sin que se pueda finalmente determinar su procedencia. Lo más original de la película es que la envoltura es una historia muy divertida y el protagonista es un tipo corriente, con pocas habilidades sociales, pero buena persona y comprometido con el bien y la justicia.
La caída del imperio americano es un film hilarante, que alterna las situaciones extrañamente divertidas y a veces algo exageradas, con réplicas geniales y a menudo llenas de sabiduría. Bajo la forma de cine negro, con todos los ingredientes de gánsters, policías, ajustes de cuentas, robos, muertos…, pero visto a través del prisma de un humor fino y desternillante, el film encierra una seria reflexión sobre el poder de atracción del dinero y, por otra parte, de la nostalgia del hombre -casi imperceptible, de tan honda en el corazón- por elevarse del mero nivel 1 (el propio del dinero) y dar auténtico sentido a la vida.
El final del relato, que obviamente no debe ser desvelado, da qué pensar sobre cómo desaparecen todas las diferencias y el ser humano se sitúa en su auténtica verdad de hombre.