3 OSCAR 2019: MEJOR PELÍCULA/ MEJOR ACTOR SECUNDARIO: Mahershala Ali/ MEJOR GUION ORIGINAL: Peter Farrelly, Brian Hayes Currie, Nick Vallelonga/ 3 GLOBOS DE ORO: COMEDIA, ACTOR DE REPARTO (Mahershala Ali), Guion/ 1 PREMIO BAFTA: ACTOR DE REPARTO. (Mahershala Ali)
POR LAS RUTAS DEL SUR
En 1962, en pleno auge de la segregación racial, Tony Lip, un rudo italoamericano del Bronx, va a quedarse sin trabajo durante unos meses, mientras la discoteca Copacabana, donde él trabaja como «gorila», realiza obras de reforma. Casado y con dos hijos, necesita seguir llevando ingresos a casa. Así que, a pesar de ser algo racista, acepta convertirse en el chófer y guardaespaldas personal del Dr. Shirley, un renombrado pianista negro, para acompañarlo en una gira de conciertos. Durante su periplo, desde Manhattan hasta el Sur segregacionista de esos años, deberán utilizar el Green book —que da título a la película—, para saber dónde pueden pararse. El Green book era una especie de guía de carreteras destinada a los negros. Entre 1936 y 1966, ese libro se vendía en los EE.UU. para que los afroamericanos pudieran conocer los establecimientos en los que tenían permitida la entrada (moteles, bares, restaurantes, comercios…). Solo el recuerdo de esa infamia nos hiela la sangre, pero Peter Farrelly tiene la habilidad de tratarlo en el marco de una comedia ligera y amable.
La película está inspirada en la historia real del pianista y compositor de jazz Don Shirley y de Tony Lip, que sería su empleado durante unos meses, y su amigo durante el resto de sus vidas (ambos fallecieron en 2013). Es una road movie dramática, pero, al mismo tiempo está llena de humor, y con unas pugnas verbales entre los dos protagonistas, que provocan momentos hilarantes. Farrelly opta por una puesta en escena bastante clásica, con esos hermosos pueblos de los 60 y una buena ambientación de la época, que consiguen fácilmente trasladarnos a cincuenta años atrás. Otro mérito de la película es un guion inteligente y unos personajes bien construidos, pero lo mejor del film es, sin duda, la química que se percibe entre Don y Tony.
Mahershala Ali está extraordinario como ese músico refinado y culto, un personaje atormentado y solitario —alejado de la comunidad negra por su formación y su nivel profesional, y no aceptado por los blancos a causa del color de su piel—, que se ha acostumbrado a encerrarse en sí mismo y a mantener distancias con todo el mundo. Frente a él, un Viggo Mortensen inconmensurable, incluso con el físico adaptado a su personaje: un grandullón brutote y de modales toscos, especialista en meter la pata, pero de buen corazón, que adora a su familia y tiene lugar en el corazón para un nuevo amigo «diferente». Algunas escenas entre ellos resultan tan divertidas como conmovedoras, como cuando Don ayuda a Tony con las cartas de amor a su mujer; otras son abiertamente de carcajada, como cuando el chófer enseña a su patrón a comer pollo frito con los dedos.
Pero la película no solo es la historia entrañable y divertida de esos dos personajes, sino que trata temas tan dolorosos y vergonzantes como la discriminación racial. Es una página muy oscura de los EE.UU. que conviene que los jóvenes conozcan para no caer en los mismos horrores. Y que, por otra parte, parece que, de algún modo, se está despertando en la vieja Europa la infame idea de que unos hombres son superiores a otros en razón de su origen o el color de su piel. El film está impregnado de un humanismo vivificante, aunque sin negar por ello la escalofriante realidad. Muy al estilo Capra, el bien acaba imponiéndose sobre el mal.
Muy recomendable.