EL QUE NO SE DESNUDA NO SALE EN LA FOTO
En Mêle-sur-Sarthe, un pueblecito normando, los ganaderos y agricultores están afectados por la crisis, a causa de la bajada de los precios de la carne y de la leche, y de las deudas a las que ya no pueden hacer frente. Por casualidad, pasa por allí Blake Newman, un famoso fotógrafo conceptual, y se queda prendado por un campo del pueblo, pues lo considera el emplazamiento perfecto para una fotografía muy especial. Para ello, propone a los habitantes del pueblo que posen desnudos en ese paraje, delante de su objetivo. Georges Balbuzard, el alcalde de Mêle-sur-Sarthe, ve en ello la ocasión de salvar a su pueblo. De este modo, llamarían la atención de los medios, la opinión pública conocería la dramática situación y los poderes del Estado ya no tendrían más remedio que actuar. Pero ahora debe convencer a sus conciudadanos de que se desnuden para la foto… ¡por una causa mayor!
La película es desigual, por momentos cansa, a veces es divertida, y en ocasiones hasta emociona. Pero lo que falla en el desarrollo de la trama -que a ratos llega a hacerse pesado- queda compensado por la descripción de la realidad de las dificultades que está viviendo el mundo rural, no sólo en Normandía, sino en toda Francia. Además, en esa mezcla de seriedad de la situación del campo, con la caricatura, en la que a veces lo cómico roza lo patético, Philippe Le Guay consigue hacernos cercanos unos personajes auténticos y entrañables. Gracias, sobre todo, a la calidad de un buen elenco, como el edil François Cluzet, al que recordamos en Intocable o Toby Jones, como el fotógrafo yanki, Philippe Rebbot, el ganadero deprimido y furioso, Grégory Gadebois, el carnicero celoso que se niega a que su esposa, ex Miss Calvados, se desnude ante las miradas expectantes de todo los vecinos, etc.
Una comedia ligera y simpática, con una divertida galería de personajes, que permite pasar un buen rato y se olvida justo al salir de la sala de cine.