UN CUMPLEAÑOS PARA MORIR

Nico, un niño de diez años, extremadamente sensible y tímido, está sufriendo acoso escolar por parte de tres matones que le atosigan dentro y fuera del colegio. Vive solo con su madre, mujer sensata y muy cariñosa con su hijo. Está muy pendiente de él e intenta suplir la figura del padre ausente y educar a su hijo con firmeza. Un día encuentra en su mochila una nota anónima con un serio aviso: el día de su cumpleaños no debe ni acercarse a una tienda de 24 horas, en una gasolinera, a la que suele acercarse con una cierta frecuencia.

En paralelo a la historia de Nico, en 2018, nos retrotraemos al mismo mes de abril de diez años atrás, con Jon, un joven esquizofrénico, un matemático brillante, quien, en la misma tienda 24 horas, ve como su mejor amigo es abatido por las balas de unos delincuentes. Mientras el herido se debate entre la vida y la muerte, Jon empieza a indagar y lo primero que descubre es que, en ese mismo lugar, se han producido otras muertes violentas, siempre con la presencia del mismo número de personas de exactamente las mismas edades.

Los actores, especialmente los personajes principales, llevan a cabo un trabajo correcto. La película está bien rodada y mantiene viva la intriga, sin altibajos. La trama es pura acción adrenalítica y resulta un interesante thriller, incluso con algún momento de reflexión sobre la necesidad de conservar la serenidad ante lo desconocido y no ceder a los miedos que pueden acabar atenazándonos. El aviso funciona bien para pasar un buen rato… hasta el final. Da la sensación que Calparsoro no sabía cómo terminar una historia que ya no da más de sí y acaba forzando un desenlace que resulta tosco, no responde a las expectativas del espectador y empaña lo que venía siendo un entretenido thriller de misterio.