Verano de 1959. La familia Lodge se muda a Suburbicon, una urbanización tranquila, con viviendas unifamiliares, cada una con su agradable porche y su pequeño jardín impecable. Un lugar idílico habitado por una clase media próspera que afronta la vida con la paz y la satisfacción de ver cumplido el sueño americano. En la casa de los Lodge viven Gardner, el padre, su esposa Rose, retenida en una silla de ruedas a causa de las secuelas de un accidente de automóvil, su hermana gemela Maggie y Nicky, el hijo, de unos 10 años. Pero nada es lo que parece. Suburbicon, el barrio perfecto, resulta ser violentamente racista y los Lodge, la familia perfecta…
La película se centra en Nicky, que no comprende lo que sucede ni en su familia ni en su barrio. Sus ojos inocentes aterrorizados son incapaces de asimilar el mundo de los adultos, movido por las pasiones más rastreras.
Matt Damon nos sorprende con un personaje frío y retorcido que no se corresponde con lo que podríamos esperar de ese actor, pero se sale airoso y su Gardner Lodge resulta convincente. Julianne More, en su doble papel de las dos hermanas gemelas, da perfectamente la figura de la «Barbie» americana, rubia teñida, delgada, con trajes cursis de colores pastel con lazos. También Oscar Isaac hace un buen trabajo como el astuto agente de seguros. Pero quien destaca por encima de todos es el joven Noah Jupe (al que estos días podemos también ver en Wonder, junto a un también magnífico Jacob Tremblay, incluso algo más joven que Jupe en la realidad). Consigue acercar tanto el personaje de Nicky al espectador, que éste ve toda la historia a través de los ojos del niño, se asusta con él, sufre y llora con él. Sin necesidad de hablar mucho, Noah Jupe, con sus gestos -su mirada y su barbilla temblorosa- y sus silencios expresivos sólo interrumpidos por un «Yes, sir» o «Yes, Dad», nos adentra en lo más profundo de las dos truculentas historias que se desarrollan en Suburbicon.
El guion está basado en un antiguo libreto de los hermanos Coen, que no había llegado a ver la luz, reelaborado por George Clooney y Grant Heslov. Es, pues, una mezcla de cine negro -ambición, amantes, crímenes atroces, abundancia de sangre…-, con momentos de suspense que nos retrotraen al cine del maestro Hitchcock, y un enfoque socio-político - el racismo, no superado en EE.UU., a pesar de las apariencias, y la inconsistencia del maravilloso sueño americano del bienestar- muy del gusto de George Clooney, quien, además de coguionista, es el director de la película.
El resultado es una película desigual, entretenida sin duda, pero tan exagerada en algunas escenas que pierde credibilidad y solidez. No se sabe muy bien cuál es el lugar de la historia de agresión racista, porque, justamente, los Lodge se mantienen al margen. Excepto Nicky, que se hace amigo de su vecino negro. O sí se sabe: es el deseo de Clooney de denunciar esa lacra social, tanto si viene a cuenta como si no. Seguramente habría sido mejor mantener sin más el guión de los Coen.
A quien le guste el suspense y la tensión, disfrutará con la película.