Tony Webster es un hombre jubilado y divorciado, que sigue regentando una pequeña tienda de cámaras fotográficas Leika de segunda mano. Lleva una vida tranquila y solitaria, mantiene una relación correcta pero fría y distante con su exesposa y no mucho más cálida con su hija, embarazada por inseminación artificial y dispuesta a ser madre soltera. Con muy poco entusiasmo, Tony la acompaña a las sesiones de preparación al parto. Su vida tranquila y metódica sufre una alteración cuando recibe una carta en la que se le notifica que la madre de Verónica, su amor de juventud, le dejó en su testamento su propio diario. Pero dicho documento está en manos de Verónica, convertida en una anciana muy misteriosa, que no parece dispuesta a desprenderse del mismo.

De momento Tony se ve enfrentado a las tres mujeres de su vida: Verónica, a la que amó y que lo dejó por su amigo, y de la que no había sabido nada en muchos años pero que de súbito ha reaparecido en su vida; su exesposa, que no parece indiferente a la nueva relación de su marido con quien fue su primer amor; su hija, que lo tiene acaparado porque cuenta con él para acompañarla en el parto.

Mediante oportunos flashbacks, vamos conociendo algunos episodios de la juventud de Tony que de algún modo han vuelto a su memoria y están influyendo en el presente. Las heridas mal cerradas vuelven a escocer y Tony aprende a no mirar la vida como en un espejo en el que sólo se ve a sí mismo, y a darse cuenta de que a su alrededor pasan cosas de las que él no se da cuenta. Ritesh Batra lleva muy bien el pulso de las idas y venidas en el tiempo y la magnífica interpretación de unos grandes actores como Jim Broadbent y Charlotte Rampling contribuyen a implicar al espectador en ese viaje al interior de un personaje que, buceando en su pasado, consigue por fin encontrar el sentido de su presente.