En plena campaña política, un candidato al Senado, pide a Joe que encuentre a su hija, una adolescente conflictiva, que ha desaparecido. Así arranca la trama argumental, pero en realidad la película se centra totalmente en la figura del protagonista, un Joaquín Phoenix que lleva a cabo un trabajo soberbio. Casi durante los 95 minutos de la cinta, Joe aparece en la pantalla. La cámara se recrea en cada detalle de su cuerpo: cicatrices, músculos, heridas, gestos, miradas, expresión de sentimientos… Él es la historia.
Por los flashbacks de sus recuerdos, conocemos que es un ex marine, veterano de guerra, traumatizado por la violencia sufrida durante su infancia, marcada por la espantosa crueldad de un padre que los maltrataba a él y a su madre. Es un hombre duro y solitario, de pocas palabras, que no tiene amigos ni se relaciona con mujeres, pero que cuida con ternura a su anciana madre.
Se gana la vida rescatando jóvenes de las redes de los traficantes de mujeres. Está especialmente obsesionado por liberar a niñas utilizadas en la prostitución infantil. Es una extraña ética la que rige las acciones de Joe. Actúa como el justiciero que defiende a seres humanos desvalidos, a niñas y jóvenes utilizadas despiadadamente para satisfacer vicios lujuriosos y obtener grandes ganancias con ello. Combate, pues, el mal, de lo cual parecería deducirse que él está del lado del bien. Sin embargo, en su camino hacia la «salvación» de seres inocentes, no repara en utilizar todo tipo de violencia y eliminar a quien encuentre en su camino.
El caso de la hija del senador lo lleva a lo más profundo de los bajos fondos, al infierno mismo del vicio y la sangre, y todos sus instintos letales saldrán a campo abierto para llevar a término su misión, con la fuerza de sus brazos, con su pistola o a martillazos (tal cual).
La película, escrita y dirigida por Lynne Ramsay, es una joya de cine negro, con ecos de Taxi Driver. Está muy bien ambientada y sumerge al espectador en ese ambiente sórdido y putrefacto, en el que pueden moverse incluso «honorables» personajes públicos. Para cierto público, resultará excesivamente violenta, pero eso no le resta ni un ápice de su calidad cinematográfica.
En el Festival de Venecia, se otorgaron sendos premios al guión y al actor protagonista, el inconmensurable Joaquin Phoenix. Bien merecidos ambos.