Cine y Valores

Sieranevada

Título original: 
Sieranevada
Género: 
Puntuación: 
6

Average: 6 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2016
Dirección: 
Guión: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
173
Contenido formativo: 
Crítica: 

Una familia se reúne cuarenta días después de la muerte del abuelo en su casa de Bucarest. El pope que debe oficiar el funeral tarda en llegar pero ninguno de los presentes, a pesar de estar todos ellos hambrientos, se atreve a empezar ninguno de los numerosos platos que cubren totalmente la gran mesa del comedor. Durante la interminable espera, el trasiego de una habitación a otra es constante. Los hombres ociosos, copa de vino en la mano; las mujeres atareadas y malhumoradas. Todo anuncia el psicodrama colectivo: afloran emociones, resentimientos, frustraciones. Y allí están los hijos del muerto, Relu, el militar y Lary, el imperturbable médico con su frívola esposa; una tía constantemente deshecha en llanto; un primo obsesionado por las noticias y teorías que encuentra en Internet; una vieja amiga nostálgica del comunismo; una serbia drogata y borracha que no deja de vomitar… Lary, el hombre de más ascendiente sobre todos, tiene que vérselas con distintos personajes que no logran comprenderse unos a otros.

Esta pintura de la sociedad rumana nos da a conocer, por ejemplo, la rara costumbre -rara para nosotros, claro- de que un pariente cercano -en este caso un nieto- debe vestir en honor del difunto un traje suyo para la comida de homenaje que sigue a la oración funeral, en el domicilio del fallecido, a los cuarenta días de su muerte. En este reducto cerrado que es el piso, donde se confrontan personas muy distintas, desde antiguos comunistas hasta víctimas del régimen, Sieranevada condensa las tensiones de un país, rico por su tradición, pero lastrado por el peso de un triste pasado bajo el comunismo. Allí se discute también de los recientes acontecimientos trágicos en Europa, del 11 de septiembre a Charlie Hebdo. El piso es un microcosmos, pero abierto a lo que sucede en todo el mundo.

Cristi Puiu realiza toda una proeza narrativa condensada en una serie de planos secuencia, cámara al hombro -que asemeja la mirada del alma del difunto, que según la tradición ortodoxa aún vaga 40 días después de fallecer-, sin perder ningún detalle de lo que acontece, deslizándose por los pasillos, a través de las puertas que se abren y se cierran dejando ver grupos de personas cuchicheando en la penumbra: en una habitación, unos primos discuten sobre la credibilidad de las teorías conspiratorias sobre el 11S neoyorquino; en otra, el pope se lamenta de las actitudes beligerantes de los ateos frente a los dogmas religiosos… Hay que destacar la belleza de los cantos religiosos del pope y el diácono durante el rezo del funeral. Es un momento maravilloso.

La cinta supone casi tres horas de costumbrismo rumano, pero en realidad la acción comienza cuando ya han transcurrido muchos minutos de metraje sin que haya sucedido absolutamente nada. Empieza con un plano secuencia de unos 15 minutos largos, de un atasco en la calle. Por fin la pantalla cambia a negro y empiezan a aparecer los créditos que se prolongan durante muchos, muchos minutos más. A continuación un matrimonio -que resultarán ser Lary y su esposa Laura- dentro de un coche, enfrascados en un diálogo totalmente insustancial y que no va a tener nada que ver con la trama de la película. Hacia el final de la historia, en una de las mejores secuencias del film, vemos a los mismos personajes, de nuevo dentro del coche. Lary está removiendo en los recuerdos de su infancia y acaba dejando surgir sus propios fantasmas y disimulos. Es un momento álgido de la película, cuando todo lo vivido hace crisis, por fin.

Sin duda será una película de palmarés y algunos cinéfilos se deleitarán con una obra tan bien realizada. Pero el público en general, incluso los que aman el cine pero esperan también de él entretenimiento, no van a colaborar al éxito de la cinta. Les resultará, larga no, interminable.