Un hombre brega desesperadamente por sobrevivir a los embates de un mar proceloso, hasta que consigue llegar a una isla tropical desierta sólo habitada por unos deliciosos cangrejos, pequeñas tortugas y pájaros que surcan los cielos. Pero Michael Dudok de Wit no nos presenta un nuevo Robinson Crusoe, porque su héroe no va a pretender recrear la civilización en su entorno, sino que, a través de la historia del náufrago, Dudok de Wit quiere contarnos, a nivel simbólico, una historia universal: el ciclo de la vida de un ser humano desde el nacimiento hasta la muerte, con sus vicisitudes, sus gozos y sus sombras.
El náufrago intenta escapar de su soledad lanzándose a mar abierto en una frágil embarcación, mientras que una fuerza superior -una tortuga roja-, le impide vivir sus intrépidos sueños de juventud. Por fin, acepta sus limitaciones, se resigna a no poder salir de la isla, y se enamora de una mujer que brota misteriosamente del caparazón de los sueños perdidos. El amor llena entonces su vida de sentido. Juntos, varón y mujer, como nuevo héroe, se enfrentarán a las pruebas de la vida -los elementos de la naturaleza en la película- y tendrán un hijo, como prolongación de su propio ciclo vital, cuando el hombre sea inevitablemente vencido por la muerte.
En la película no hay diálogos, los personajes no hablan. Todo se expresa con los trazos del dibujo, que son muy sencillos, con una música preciosa y con los sonidos de la naturaleza, como el crujido de los pasos sobre la arena, el rumor de las hojas, el chapoteo de las gotas de lluvia en los charcos, el chasquido del viento entre las ramas, el estallido de las olas, la explosión amenazante de un tsunami…
Michael Dudok de Wit nos ofrece un cuento ecológico y humanista, esmaltado de valores como el amor, el respeto, la tenacidad, que constituye un auténtico poema cinematográfico de una belleza deslumbrante, que conmueve el alma con elementos simbólicos -como la tortuga- que dejan que sea cada espectador quien los interprete según su propia sensibilidad. La tortuga roja es una joya de la animación, una película excepcional que pide ser contemplada con delectación.