El 15 de enero de 2009, el comandante Chesley (apodado «Sully») Sullenberger, de la compañía US Airways hizo amerizar su avión, con 155 personas a bordo, sobre las aguas gélidas del río Hudson.

Pocos minutos después de su despegue desde el aeropuerto de La Guardia, el aparato sufrió el fuerte impacto de una bandada de aves que destrozaron los dos motores. Gracias a la pericia de Sully, a la colaboración de Jeff Skiles, el primer oficial, al trabajo impecable de toda la tripulación y a la rápida intervención de los equipos de rescate, no hubo ninguna víctima.

«Sully» se convirtió de inmediato en un héroe aclamado y admirado. Sin embargo, al iniciarse la investigación sobre las causas del accidente, parecía que empezaba a evidenciarse que la decisión tomada no había sido la más acertada y que había supuesto poner inútilmente en peligro a todo el pasaje. Las simulaciones informáticas demostraban que habría tenido tiempo de llegar a un aeropuerto y aterrizar con más seguridad. Entonces Sully, siempre respaldado por Jeff Skiles, tuvo que enfrentarse a otra realidad: se vio obligado a defender su integridad profesional ante los burócratas de la compañía y las aseguradoras, que intentaban desacreditarlo.

Aunque desde el principio se sabe cómo terminó la historia del «milagro sobre el Hudson», la tensión es intensa a lo largo de toda la película. Eastwood tiene el acierto de dirigir el foco de atención no tanto sobre el desenlace del accidente ni sobre la investigación, sino al interior del héroe, quien, a pesar de estar seguro de cómo se desarrollaron los hechos, llega a angustiarse pensando honradamente si tal vez no hizo lo correcto.

Sully es el hombre íntegro, que se encuentra frente a una máquina –el avión– y una maquinaria –la burocracia que lo investiga– que parece van a aniquilarlo. Él cree ante todo en el hombre, reclama la importancia del factor humano y no se doblega. Con su inteligencia y su capacidad de improvisación, fue capaz primero de dominar la aeronave y después de hacer resplandecer la verdad ante todos los burócratas que lo juzgan.

Tom Hanks está absolutamente increíble encarnado un personaje afable y sereno, pero seguro y tenaz. Es un hombre inteligente, experto y un gran profesional, para el que lo más importante es la seguridad del pasaje. Sin embargo, en este caso y contrariamente a algunas de sus anteriores películas, como Gran Torino o Invictus, el protagonista no es un héroe solitario. Es más bien un hombre corriente, que hace muy bien su trabajo, ayudado por un gran amigo, Jeff Skiles, y un buen número de personas que colaboran con él para llevar a cabo la hazaña que lo convierte en héroe.

Hanks nos ofrece una de las más grandes actuaciones de su carrera y también Aaron Eckhart y el resto del elenco hacen un buen trabajo. La película está muy bien realizada, con escenas absolutamente extraordinarias, siempre centrándose más en presentar actitudes humanas que efectos especiales en el amerizaje. El drama que se desarrolla en la cabina del avión, durante los minutos que preceden al amerizaje deja al espectador sin aliento, más que los mismos momentos del rescate de los pasajeros.

Clint Eastwood nos ofrece una hermosa historia de coraje, de serenidad, de amor por el trabajo bien hecho y de lucha por la verdad que hace recobrar la confianza en el hombre, en plena era del dominio de la máquina.