La familia Jardine se muda de su vivienda en el neoyorquino barrio de Manhattan –demasiado pequeña y demasiado cara para sus actuales posibilidades– para irse a vivir a Brooklyn, a una casa que acaba de heredar del abuelo, recientemente fallecido. El local bajo del edificio está ocupado por una tienda de ropa de señora que regenta Leonor, una modista de origen chileno que vive sola con su hijo Antonio, a la que unía una gran amistad con el antiguo propietario. Tony y Jack, el hijo de los Jardine, ambos de la misma edad, 13 años, pronto se hacen amigos inseparables, tanto más que ambos quieren entrar en La Guardia, una escuela de arte; Jake orientado al dibujo y Tony al teatro.
Los nuevos propietarios le comunican a Leonor que deben revisar a la alza el contrato de alquiler. Por ello las relaciones se agrían entre ambas familias y los muchachos preparan su propio plan de repulsa por la situación.
En el nivel del argumento, se trata un tema social de actualidad, como es el encarecimiento de los alquileres en barrios populares, por la presencia de clases más acomodadas, lo cual acaba con la posibilidad de permanencia de los antiguos negocios familiares. Pero, profundizando un poco más, comprobamos que el núcleo de la narración no lo constituye el fenómeno urbano, sino los seres humanos que lo protagonizan. Ira Sachs no ofrece una narración maniquea sobre una pobre modista oprimida por el abuso de los poderosos amparados por la ley. En ningún momento deja que la peripecia oscurezca la realidad humana de los personajes, sino que le concede a cada uno de ellos el espacio y el tiempo necesarios para que podamos comprender sus contradicciones y su lucha interna, sus motivaciones y su propio drama interior. De tal modo que las escenas de confrontación ente unos y otros van tejiendo la trama que hace progresar el relato argumental, contraponiéndolo, como en un espejo, con el referente ético de esas relaciones, que es la amistad auténtica y sincera, en lo que supone de gusto por estar juntos, de acogimiento y hospitalidad y, sobre todo, de amor desinteresado que busca incondicionalmente el bien del amigo.
Sachs nos ofrece una buena película, claro ejemplo de cómo el nivel de las relaciones humanas (el matrimonio Jardine y Leonor; el señor Jardine y su hermana; Jack y Tony) está influido, cuando no presionado, por las urgencias de las realidades legítimas del nivel 1 (necesidad de vivienda y un modo de subsistencia), pero, al mismo tiempo, está iluminado por el nivel de los valores (amistad de los chicos y del difunto abuelo con Leonor). Esta colisión entre vectores contrarios aunque ambos lícitos es la que desencadena el drama humano de la historia, que da mucho que pensar.