Kati Feldman huye despavorida de lo que ha podido ser la escena de un crimen. La policía lleva a cabo un gran despliegue para localizarla, pero ella consigue burlar todos los controles y viaja en un autobús rumbo a Atlanta. En una de las paradas del trayecto, en Southport, un pueblecito costero en Carolina del Norte, Katie decide quedarse con la intención de rehacer su vida, superar el horror vivido y volver a empezar. Encuentra trabajo de camarera en una cafetería, adquiere una vieja casa en medio del bosque y parece que va a poder gozar de una vida apacible. Pero las terribles experiencias del pasado la siguen atormentando y sufre terribles pesadillas y momentos de pánico ante cualquier ruido desconocido.
Para pasar lo más desapercibida posible, procura no entablar relaciones personales con la gente del pueblo. Sin embargo no puede evitar sentirse atraída por la actitud amable y afectuosa de Alex, el dueño del supermercado, viudo y con dos hijos pequeños, Josh y Lexie. También una misteriosa vecina que no se relaciona con nadie del pueblo más que con Katie, le ofrecerá su cariñosa amistad.
Sobre Katie pesa una orden de busca y captura enviada a todo el país por el agente de policía Kevin Tierney, que la persigue incansablemente decidido a encontrarla a cualquier precio. El cerco se va cerrando y la vida apacible de Katie corre verdadero peligro.
Un lugar donde refugiarse es una mezcla de drama romántico y trhiller, con una historia de relación personal totalmente previsible, pero que logra mantener la atención constante del espectador sobre todo gracias a la intriga del oscuro secreto de Katie y la persecución del policía, hasta llegar al desenlace y la sorpresa final, con un toque fantástico y artificial que, en realidad, desvirtúa toda la trama.
La película resultará agradable para el público aficionado a las historias románticas y para los amantes de las novelas de Sparks. No hay que pedirle más, pero este objetivo lo cumple.