Una azotea de La Habana. Amadeo, Aldo, Tania, Rafa y Eddy se han reunido para celebrar el regreso de Amadeo después de 16 años de exilio en España. A lo largo de una noche, recuerdan su juventud, el compromiso por sus ideales, sus fe en el futuro… y la decepción que ha supuesto la vida de cada uno de ellos. Al principio cantan, bailan y ríen rememorando anécdotas y situaciones divertidas, pero poco a poco, van dejando traslucir viejas heridas que habían cerrado en falso, y allí seguían, solapadamente abiertas, sangrantes, infectadas. Su conversación se hace cada vez más amarga e hiriente; surgen mutuos reproches y descalificaciones, que realmente no llevan a ninguna parte, pero hacen caer velos de disimulo, y el hecho mismo de airear las llagas interiores tiene un cierto poner sanador. A pesar de sus dramas personales, los rencores que afloran y las duras críticas que se lanzan unos a otros, los cinco se esfuerzan por no perder el último refugio que los ha mantenido a flote: la profunda y sincera amistad entre ellos.
Los cinco amigos son el paradigma de la generación que creció con el proceso de la Revolución cubana y que vio cómo se esfumaban sus sueños y esperanzas y no les quedaba más posibilidad que la lucha por la superviviencia. Mientras unos malvivían en su tierra, otros optaron por el exilio, con el dolor de la añoranza y el deseo del regreso. Ahora, los cinco, por fin de nuevo reunidos, tienen la impresión de haberse prostituido, cada uno a su modo, al abdicar de sus principios para poder sobrevivir.
Tres mujeres representan tres generaciones laceradas: la abuela, fatigada por el peso de los años, cumple mansamente su papel de mantener las tradiciones; Tania, que tuvo el coraje de rebelarse por la libertad, fue engullida por el régimen político, perdió incluso a su familia, se quedó sola y apenas si puede salir adelante con su profesión de oftalmóloga; la novia del hijo de Aldo, una jovencita displicente, abúlica y sin interés por nada. A la generación de la resignación le siguió la del fracaso y la frustración. La siguiente es la de los “Ni-ni”, sin ningún esfuerzo por aprovechar las posibilidades que ellos tienen y de las que carecieron sus padres. Estos sucumbieron en el intento de conseguir un futuro mejor para todos, sus hijos no se ocupan ni del presente y están dejando pasar la vida de largo. Totalmente descorazonador.
Toda la acción tiene lugar en la azotea, excepto unos breves momentos en el interior de la casa. Es prácticamente un montaje teatral en una única escena. Pero el dinamismo interior es tan vigoroso, que la acción no decae en ningún momento y el espectador vive intensamente la angustia de las vidas de los personajes. Los actores están magníficos, aunque habría que destacar a Néstor Jiménez encarnando a Amadeo, el personaje central, que acaba siendo el detonante de los recuerdos, buenos y malos, y por el que van saliendo a luz las profundas heridas que, por fin, se alivian en el afecto y la amistad.
Cantet nos ofrece una magnífica película, un relato desgarrador que estremece de principio a fin, pero también un auténtico canto a la amistad, que conmueve hasta las lágrimas.
Regreso a Ítaca
Título original:
Retour à Ithaque
Género:
Puntuación:
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Publico recomendado:
País:
Año:
2014
Dirección:
Guión:
Fotografía:
Música:
Intérpretes:
Distribuidora:
Duración:
95
Contenido formativo:
Crítica: