Cisjordania en la actualidad. Omar, joven palestino, está profundamente enamorado de Nadia, hermana de su amigo Tarek. Toda su vida gira alrededor de ella. Ahorra cuanto puede para que puedan casarse pronto, aunque no se ha atrevido todavía a planteárselo a Tarek. Para ir a verla salta al otro lado del muro, debiendo esquivar las balas de los soldados israelíes y sufriendo a veces crueles y absurdas vejaciones.
Pero Omar también está involucrado en la lucha contra lo que los palestinos consideran el país invasor. Con sus amigos de la infancia, Tarek y Amjad –también enamorado de Nadia–, planean una peligrosa acción terrorista. Los israelíes no tardan en capturar a Omar y someterlo a terribles torturas, amenazas y engaños, hasta que se compromete a colaborar. A partir de ese momento se desencadena todo un cúmulo de pasiones: desconfianza, odio, sed de venganza, miedo, sospechas, dudas, traición... Junto a ello, para lacerar más aún el sufrimiento, en el corazón de los jóvenes enamorados siguen presentes la fidelidad y el amor generoso.
El tema de la película es el drama humano de dos jóvenes que se aman y luchan por sus sueños en medio de todas las trabas y dificultades que encuentran en el camino. Aunque OMAR no trata directamente del conflicto palestino-israelí, no deja de mostrarlo con dureza y realismo, pero siempre desde el punto de vista palestino. Deja ver la penuria y la opresión que sufre ese pueblo, en cierto modo representado por el protagonista, bondadoso y capaz de sobrecogedores rasgos de generosidad, que debe enfrentarse a una trágica situación que lo desborda y lo quiebra. Cuando ejerce la violencia no es por maldad, sino sencillamente obligado por las circunstancias. Frente a esa humanidad del personaje que simboliza al pueblo palestino, el Agente Rami es frío, falso, cruel y manipulador. El soldado israelí asesinado a sangre fría en una acción terrorista no parece tener importancia, era “sólo” un soldado.
Adam Bakri encarna a la perfección a su personaje, lo hace creíble y conmovedor, lo acerca de tal modo al espectador que éste vibra y se conmueve con sus ilusiones y sus desventuras. Así, aunque el palestino Hany Abu-Assad no emite ningún juicio de valor sobre la situación, consigue llevar al público a empatizar con Omar y todo lo que representa.
Con toda justicia, el film fue nominado al Oscar a la Mejor Película en Lengua no Inglesa.