“Jack” nos cuenta la sobrecogedora historia de un niño que, con sólo 10 años, cuida de sí mismo y de su hermano pequeño Manuel, a causa de la inmadurez de Sanna, jovencísima madre soltera, quien está permanentemente fuera del hogar, saltando de aventura en aventura buscando al hombre de su vida. Un día, un accidente doméstico hace que Jack sea enviado a un centro de los Servicios Sociales. Cuando llegan las vacaciones y Sanna no va a recogerlo, Jack decide escaparse para regresar a su casa. Pero su madre está nuevamente ausente y no hay forma de localizarla. Durante varios días, Jack y Manuel recorren la ciudad en su busca, sobreviviendo con dificultades y penurias, hasta llegar a un final inesperado y desgarrador.
En realidad toda la trama gira en torno a los dos personajes principales, Jack y Sanna. La joven madre es una persona peculiar. A juzgar por lo joven que es, debió de tener a Jack siendo prácticamente una niña y sólo cuatro años después, fruto de otra de sus relaciones esporádicas, nació el pequeño Manuel. Sin duda no ha tomado conciencia de lo que significa la maternidad. Quiere a sus hijos y juega con ellos como una niña más, pero sin asumir ninguna responsabilidad. Sólo piensa en divertirse con sus amigos y es capaz de dejar solos a los niños durante varios días sin preocuparse por ellos. Se mueve en el nivel de los instintos y las apetencias, por lo que no es raro que vaya de fracaso en fracaso en sus aventuras sentimentales. Es el paradigma de la persona egoísta, curvada sobre sí misma sin atender más que a sus deseos inmediatos. No es mala, pero tampoco tiene ni el más mínimo gesto de bondad o generosidad hacia sus hijos. Los disfruta cuando los tiene a su lado pero no se siente mal por dejarlos abandonados cuando ella tiene ocasión de pasar un buen rato. Su “maldad” no sería de acciones, sino más bien de omisión, de hacer dejación de sus obligaciones más sagradas como madre.
Jack se mueve en un nivel muy superior al de su la insensata madre. Se ha convertido en la figura paterna para su hermano, lo cuida y lo protege con una solicitud y una generosidad incondicionales. Manuel, con la inocencia de sus seis años, encuentra su seguridad y su equilibrio en la mano de Jack a la que siempre va prendido. Por eso él añora a su madre mucho menos que Jack. No echa de menos la presencia amorosa y protectora de un adulto, porque su hermano cumple esa función, mientras que Jack, con sus pocos años, lleva sobre sí una gran responsabilidad sin nadie en quien apoyarse y con quien poder ser un niño. Pero, a pesar de tan duras circunstancias, Jack no está maleado. Es un chico honesto, agradecido y, sobre todo, con una gran capacidad de sacrificio.
Una película amarga, que permite extrapolar el argumento a circunstancias, tal vez menos impactantes, pero en las que también el egoísmo y la irresponsabilidad de unos padres rompen la inocencia de sus niños. Quizá no, como en la película, privándoles de los cuidados más apremiantes, pero sí de la atención y la dedicación que tanto necesitan. Los actores cumplen muy bien todos, pero destaca especialmente Ivo Pietzcker, que nos traslada la desazonada mirada de adulto en un niño capaz de seguir siendo limpio a pesar de vivir la más trágica de las circunstancias. La historia deja el corazón en un puño, pero constituye una buena lección de los efectos devastadores de la superficialidad y el egoísmo.