Cine y Valores

Stefan Zweig: Adiós a Europa

Título original: 
Stefan Zweig: Farewell to Europe
Puntuación: 
8

Average: 8 (1 vote)

Publico recomendado: 
Año: 
2016
Dirección: 
Fotografía: 
Distribuidora: 
Duración: 
126
Contenido formativo: 
Crítica: 

Más que un biopic sobre la vida de Stefan Zweig (1881-1942), Maria Schrader se concentra en los últimos años del autor austríaco –uno de los escritores en lengua alemana más leídos, de origen judío, aunque no practicaba la religión-, que abandonó Europa en 1940 huyendo del nazismo, para refugiarse en América. Allí, se instaló finalmente en Brasil, donde acabó suicidándose en 1942.

El film se centra totalmente en el personaje de Zweig, y va mostrando sus emociones, sus sentimientos, su creciente malestar por la situación de su país, con Hitler instalado en el poder, y el forzado exilio de tantas personas obligadas a huir -o, más bien, que han tenido la suerte de poder huir-. A él le descorazonan las múltiples peticiones de ayuda de amigos y conocidos, porque se ve incapaz de atenderlas todas. Al mismo tiempo no quiere desatender sus labores de escritor, sus compromisos sociales (congresos y conferencias) ni sus relaciones familiares. Sin embargo, su mayor tensión no provenía de un exceso de apelaciones y responsabilidades, sino del convencimiento de que el nazismo iba a acabar triunfando e imponiéndose en el mundo occidental. Esa amarga premonición (afortunadamente no cumplida en la historia del mundo) fue quien le quitó la esperanza y lo llevó al suicidio. Hay una frase clave en la película: «Un hombre sin patria no tiene futuro». Stefan Zweig se había quedado sin patria cuando Austria había sido anexionada, y el mundo bajo el poder de Hitler no podía ser una patria para el hombre. «Pienso que es mejor poner fin a tiempo, con la cabeza alta, a una existencia en la que el trabajo intelectual ha sido siempre el gozo más puro y la libertad individual el bien supremo de este mundo», dejó escrito en su carta de despedida.

La muerte de Zweig sigue siendo bastante inexplicable para quienes disfrutamos tanto con sus libros, o, tal vez, habría que decir mejor que nos revelamos ante los razonamientos que él mismo escribió. Nos cuesta aceptar un fin tan absurdo de un hombre bueno, que hubiera podido todavía aportar grandes obras a la literatura universal.

La directora ha seleccionado seis momentos del período de exilio del escritor y Charlotte, su esposa: Primer capítulo: Río de Janeiro, septiembre de 1936. Una recepción en los salones del Ministerio de asuntos exteriores. Un largo plano-secuencia presenta, sin escatimar detalle, el fervor y la admiración que despierta el escritor. El segundo momento tiene lugar el mismo año, en Buenos Aires, en un congreso del PEN club (asociación mundial de escritores, fundada en Londres en 19211 para promover la amistad y cooperación intelectual entre escritores de todo el mundo). Allí vemos a un Zweig que se siente extraño e incómodo en su entorno. El tercer hito se sitúa en Cachoeira, Brasil, en enero del 41, en un campo de caña de azúcar. A continuación, unos días más tarde, saltamos a Nueva York, donde se encuentra con su primera esposa. En la quinta etapa, septiembre de ese mismo año, estamos de regreso en Brasil, en Petrópolis. Y por último, a modo de epílogo, unas horas después del suicidio. De nuevo un bellísimo plano-secuencia para dar fin a la historia.

El actor austríaco Josef Hader está magnífico, sobrio y contenido, pero dejando traslucir los tormentos y el dolor íntimo del escritor, cuando el paisaje deslumbrante de luz y belleza y los homenajes de afecto y admiración de su entorno hubieran podido distraerlo del infierno que había dejado atrás. Junto a él, Aenne Schwarz le da una perfecta réplica encarnando a su segunda esposa, Lotte Altmann.  

Captar toda la profundidad de esa tragedia íntima exige conocer previamente la personalidad y la trayectoria vital de Stefan Zweig, pues la directora parte de una base que da por supuesta. Los que hayan leído su biografía, El mundo de ayer: memorias de un europeo, disfrutarán especialmente con la película.

Sin embargo, el film interesará y gustará también a aquellos para quienes Zweig era poco más que un desconocido, o quienes tenían sus lecturas olvidadas en un rincón de la memoria. Y sin duda, al salir del cine, se apresurarán a recuperar sus libros y a sumergirse en su lectura.

Es una muy buena oferta para todos los que amen la historia, el buen cine y la buena literatura.