Cine y Valores

The Party

Título original: 
The Party
Género: 
Puntuación: 
8

Average: 8 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2017
Dirección: 
Guión: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
71
Contenido formativo: 
Crítica: 

Janet acaba de ser nombrada ministra de sanidad y para celebrarlo ha organizado una fiesta en su casa con unos amigos: por supuesto Bill, su taciturno marido; una pareja de lesbianas una de las cuales está esperando trillizos por fecundación in vitro; un matrimonio maduro (o tal vez, viejos amantes), la cínica April y el conciliador Gottfried, que se están planteando la ruptura; y, finalmente, Tom, un empresario con fama de guapo, elegante y triunfador, que anuncia que su esposa Mariana llegará más tarde. A pesar de la ausencia, ella será el eje alrededor del cual girará toda la trama.

Podría muy bien ser una obra teatral, en un solo acto, con siete personajes más el ausente. Toda la acción transcurre en la casa -salón, cocina, baño y un rincón del jardín-, en sólo una hora y once minutos. Los decorados son minimalistas, toda la atención de la cámara se dirige a las personas, a lo que hacen y lo que dicen. Sin embargo, Sally Potter muestra o insinúa mucho más de lo que encierran las palabras o los gestos. Es una película coral, y el conjunto parece la encarnación de la posmodernidad: la época del feminismo agresivo -todo varón es un presunto violador-; de la «diversidad», en que cada uno es lo que es no porque lo sea, sino porque le apetece -varón o mujer, madre…-; del individualismo más atroz -no se avanza en equipo, el otro es un mero peldaño sobre el que apoyarse-; abundan las descalificaciones para el sistema y, a falta de otra propuesta, los problemas se eluden con la droga y las enfermedades con la medicina alternativa. La película es una crítica mordaz a la clase media «progresista» de izquierdas, desencantada, sin ningún referente ético -no hay fidelidad, ni amistad-, y sin otra verdad que lo que uno siente y desea, o sea, la «posverdad», desligada de la realidad. Claro, hasta que lo que otro siente o desea te hiere a ti. Entonces deja de funcionar la indiferencia y se es capaz hasta de matar.

El magnífico blanco y negro acaba de crear el clima de opresión que se respira en la casa. Se disparan las alarmas, pero, como en la vida de esas personas, no hay propiamente fuego, nada arde, sólo es humo que no deja respirar. El guion es excelente y los personajes están muy bien construidos. El reparto es de lujo y, por sí mismo hubiera podido sacar adelante cualquier proyecto.

En clave de comedia teñida de drama, la película se ve con gusto, y deja el regusto amargo de haber contemplado esa corrupción humana envejecida, de bajos vuelos, pero insistente, que nos sigue rodeando al salir del cine. Porque «the party» continúa en la vida cotidiana.