Cine y Valores

Maravillosa familia de Tokio

Título original: 
Kazoku wa Tsuraiyo
Género: 
Puntuación: 
8

Average: 8 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2016
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
108
Crítica: 

En la casa de la familia Hirata viven los abuelos, Shuzo y Tomiko, el hijo mayor, Konosuke con su esposa y sus dos niños, y Fumie, el hijo soltero que está a punto de presentarles a su novia. Shigeko, la hija, vive en otro barrio con su marido, con el que no se llevan mal pero suelen discutir con frecuencia. Inesperadamente, Tomiko, les sorprende a todos pidiéndole a su marido un regalo de cumpleaños insólito: que firme el acta de aceptación del divorcio. A partir de ese momento, el caos se instala en la familia, nadie entiende nada, y el que menos, el anciano Shuzo, pero todo el mundo opina. Excepto Tomiko, que guarda silencio esperando pacientemente la firma de su marido para recobrar su libertad.

En 2013, con Una familia de Tokio, Yoji Yamada rendía homenaje a Yasujiro Ozu, por su magistral película Cuentos de Tokio (1953). Ahora, de nuevo con su coguionista Emiko Hiramatsu, se sitúa en la misma línea de reconocimiento del maestro. Las dos anteriores películas -la de Ozu y la del mismo Yamada- aparecen explíciamente: el marido está viendo en la televisión Cuentos de Tokio, y en una pared, vemos un gran cartel de Una familia de Tokio. Por otra parte, en los tres films se trata de las aventuras y desaventuras de un matrimonio mayor. Sólo que, en este caso, en lugar de dirigir su mirada a las diferencias entre generaciones, se centra en la complejidad de las relaciones conyugales. Pero la gran diferencia estriba en que en esta ocasión plantea lo que debiera ser un drama, en un tono de comedia divertida, pero de una delicadeza como sólo un oriental podría ofrecer.

La triste situación humana que presenta tiene validez universal -una pareja a punto de romperse tras más de cincuenta años de matrimonio, por falta de comunicación entre ellos-, pero el caso concreto de Shuzo y Tomiko está narrado con un fino humor que mantiene la sonrisa constante, con algunos gags auténticamente hilarantes. Eso no significa que lo trate con superficialidad. Al contrario, los personajes están muy bien trazados. Cada uno de ellos, al reaccionar ante el conflicto de los padres, no puede por menos que dejar aflorar sus propios ridículos comportamientos.

El auténtico protagonista es Shuzo, que totalmente perplejo intenta entender qué le ocurre a su esposa. El guion es extraordinario, porque el espectador ve la historia a una cierta distancia, desde la perspectiva del director, quien nos va ofreciendo, perfectamente hilados entre sí, los puntos de vista, inquietudes y ocurrencias de cada uno de los personajes. Todo ello vinculado, de una forma muy original, a las historias, de narrativa de ficción o de vida real, del curso de escritura al que acude Tomiko.

Isao Hashizume y Kazuko Yoshiyuki están fantásticos repitiendo protagonismo como matrimonio anciano, entre otros actores que también aparecían en Una familia de Tokio, como Yui Natsukawa, Tomoko Nakajima y Satoshi Tsumabuki. Todos los personajes están creíbles en sus actitudes y comportamiento en pequeñas escenas de la vida cotidiana de una familia que ha entrado en shock con la noticia de que la abuela quiere divorciarse.

Una película inteligente, capaz de tratar un tema tan serio como el desgaste de las relaciones por la falta de atención al otro, con finura y humor, pero con el rigor y la seriedad que requieren. Una gran lección de vida sobre la importancia de la generosidad y la creatividad en los mil detalles de la vida en común.