Cine y Valores

Lo que de verdad importa

Título original: 
The Healer
Género: 
Puntuación: 
8

Average: 8 (1 vote)

Publico recomendado: 
Año: 
2016
Dirección: 
Guión: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
113
Crítica: 

La vida de Alec, un joven ingeniero mecánico inglés, es un auténtico caos. Su empresa de reparaciones está a punto de quebrar y el Banco ya no le concede más crédito. Pero él sigue siendo un mujeriego empedernido, un vividor entregado a la bebida y al juego, y está endeudado con peligrosas bandas mafiosas dispuestas a ajustarle las cuentas si no paga.

Inesperadamente aparece un hermano de su madre, el tío Raymond, cuya existencia Alec desconocía, y que le hace una enigmática propuesta: su tío saldará todas sus cuentas, pero a cambio él debe irse a Nueva Escocia a vivir durante un año. Dada su situación –sin dinero y acosado por sus violentos acreedores–, Alec no tiene más remedio que aceptar, aunque no sabe cuáles son las intenciones de su tío ni el objetivo de su viaje.

Un tanto reticente, llega a Lunenburg, un pequeño pueblo canadiense en el que Raymond tiene una casa que le cede para instalarse. Con el fin de procurarse unos ingresos con los que sobrevivir, publica un anuncio en el periódico local, ofreciendo sus servicios para «arreglar cualquier aparato eléctrico estropeado», Ante su gran sorpresa, con ese señuelo, diversas personas acuden a él para pedirle que les «arregle» lo que tienen «estropeado», y comprueba estupefacto cómo a su alrededor empiezan a suceder cosas inexplicables.  

Arango nos ofrece una comedia amable -con un fondo muy serio- sobre la misión que todos tenemos en la vida de convertirnos en bálsamo para el dolor de los demás. La película trata del poder sanador que tiene todo hombre, y que «lo que de verdad importa» es que cada uno sea capaz de vencer el egoísmo y el miedo y se convierta en «curandero» de los demás. Además, ese compromiso con el sufrimiento aparece unido de raíz con la fe. Así, el tema profundo de la película es el proceso de encuentro consigo mismo, como reconocimiento de sí mismo y de las propias capacidades, el encuentro con los demás en el hecho de darse, de entregarse responsable y generosamente a hacer el bien, a sanar penas y sufrimientos, el encuentro con Dios que llama al amor a los demás.

Alrededor de Alec hay otra serie de personajes que establecen lazos personales con él e influyen poderosamente en sus actitudes y decisiones, como Cecilia, la joven veterinaria del pueblo, el padre Malloy, Tom, el policía resentido con Raymond, y, finalmente, Abigail, una adolescente enferma de cáncer, que irrumpe de súbito en su vida y lo sume en el mayor de los desconciertos. Todos ellos despliegan distintas tramas de relaciones divertidas y conmovedoras que se entrelazan y confluyen en la línea argumental. Esto da riqueza a la narración, pero no distrae en ningún momento del tema central de la película, que es la necesidad de darse a los demás y de entregarse incondicionalmente a hacer el bien, como único medio para ordenar la propia vida y llenarla de sentido. Sólo dando amor sin límites, puede un hombre alcanzar una felicidad sin límites.

Lo que de verdad importa es una película dramática, pero con un sentido del humor transversal que evita que las situaciones acumulen demasiada tensión, sin por ello restarles profundidad. La línea argumental tiene todos los ingredientes de un cuento mágico impregnado de fantasía y buenos sentimientos, que provoca una sonrisa divertida y llena de ternura de principio a fin a pesar de estar tratando con realismo situaciones humanas tan serias como son el dolor y la enfermedad. Pero en lo profundo, si nos adentramos en el tema de la película, hay una lógica impecable: lo que más necesita el ser humano, más incluso que la salud, es el encuentro personal, el amor que da sentido a la vida, y la esperanza en una vida eterna feliz. Por eso el hombre sin Dios aparece desorientado, desencajado de su propia realidad, mientras que el ser humano que se compromete con los demás y se abandona en manos de Dios se sitúa en su verdad de hombre. Dios aparece como alguien discreta pero amorosamente cercano en la vida de las personas y la iglesia como el ámbito de acogida y comprensión.

El film es como una bocanada de aire fresco en la sociedad nihilista, hedonista y a menudo hostil, en que nos ha tocado vivir, perfectamente encarnada en Alec, el protagonista, un egoísta que sólo se preocupa de sí mismo. Arango dirige una mirada luminosa, optimista y esperanzada, sobre el hombre, llamado a vivir los grandes valores, a comprometerse con los seres de su entorno, pero que suele resistirse por el afán de procurarse a sí mismo las mayores ventajas incluso en detrimento de los demás.

Oliver Jackson-Cohen da muy bien el toque de cinismo y de ingenuidad de su personaje, Camilla Luddington está natural como joven siempre dispuesta a ayudar, y el resto del elenco cumple perfectamente. Paco Arango nos ofrece una buena película con los rasgos y los temas que le son especialmente queridos y familiares: la benevolencia, la gratuidad y el compromiso activo ante la enfermedad de los niños –concretamente el cáncer–, un sentido del humor un poco loco, el valor de la fe, que llena la vida de luz y de sentido, la confianza en la bondad del hombre, y la idea de una sociedad unida por vínculos muy sólidos de amor y solidaridad.

El mismo director nos da el sentido profundo de esta hermosa película: «Porque el cáncer nunca va a ejercer su dominio en la risa de un niño enfermo. Porque sí es posible mejorar la vida de quienes nos rodean. Con una sonrisa. Con un guiño. Con un achuchón. Porque siempre se puede hacer más. Porque la magia existe y los milagros también. Y eso es… lo que de verdad importa».

Los beneficios de la película están totalmente dedicados a la red de campamentos para niños enfermos «Serious fun children's network», fundada por Paul Newman, con la que colabora la «Fundación Aladina», creada por el mismo Paco Arango. Así, pues el film de Arango es una invitación al compromiso, no sólo en el mensaje de su contenido, sino también en nuestra colaboración para que constituya un éxito de público.