Cine y Valores

Las grietas de Jara

Título original: 
Las grietas de Jara
Género: 
Puntuación: 
6

Average: 6 (1 vote)

Publico recomendado: 
Año: 
2018
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
94
Contenido formativo: 
Crítica: 

GRIETAS EN LA LEY

Leonor, una enigmática fotógrafa, llega al estudio de arquitectura «Borla y Asociados» preguntando por Nelson Jara. Tanto Mario Borla como su socia Marta Horvath, y el arquitecto Pablo Simó, aseguran que no conocen a nadie con ese nombre. Pero en realidad los tres están mintiendo, porque ninguno de ellos ha podido olvidar los hechos acaecidos años atrás. Nelson Jara se plantó un día en las oficinas para presentar una queja. En su piso se había abierto una grieta que crecía de día en día, producida por la falta de apuntalamiento de los cimientos en la construcción que estaban llevando a cabo en un solar vecino. Exigía una compensación económica muy considerable para no denunciarlos.

La película se articula a través de una serie de flashbacks que nos van desvelando paulatinamente todo lo que sucedió, alternando con la realidad actual, en que los personajes siguen todavía marcados y condicionados por los terribles hechos de años atrás. La primera parte de la trama es algo más lenta y pesada, pero después se aviva la intriga y la historia se hace mucho más interesante. Pero Las grietas de Jara no es propiamente un film policial, sino más bien una invitación a la reflexión sobre la mentira, la culpa y la lucha interior. Las grietas que se abren en la pared son una metáfora de la sociedad, resquebrajada sin saber muy bien cómo, pero empecinada en obtener ventajas de cualquier situación o a quitarse los problemas de encima a cualquier precio, sin el más mínimo atisbo de sentido ético. No hay más que dos tipos de personas: los abiertamente delincuentes, como Jara, y los que, como Borla, permanecen bajo la capa de la ley, pero llevan a cabo las mismas acciones delictivas. Unos quebrantan la ley, los otros la burlan. Es una mirada amarga y desazonadora.

Oscar Martínez (Nelson Jara), Joaquín Furriel (Pablo Simó) y Soledad Villamil (Marta Horvath) llevan a cabo un gran trabajo. También la española Sara Sálamo está convincente como Leonor. Pero Santiago Segura no acaba de encontrar el tono para su personaje, que, más que un despreciable manipulador sin escrúpulos, parece un patético miserable de medio pelo.

No es una gran película, pero permite pasar un rato entretenido.