Cine y Valores

El mejor verano de mi vida

Título original: 
El mejor verano de mi vida
Género: 
Puntuación: 
6

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Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2018
Dirección: 
Fotografía: 
Distribuidora: 
Duración: 
90
Crítica: 

PORQUE YO LO VALGO

Curro, casado y con un hijo, es un hombre esforzado, muy seguro de su valía y de que está llamado a ocupar cargos de alta responsabilidad en el mundo financiero. Mientras desempeñaba oficios humildes, ha conseguido licenciarse en la Universidad para cumplir su sueño de llegar a ser alguien importante y poder ofrecer a su familia una buena vida sin privaciones. Pero la cruda realidad es que, indefectiblemente, no hace más que pifiarla por dondequiera que va y el horizonte laboral y familiar se le presenta de lo más sombrío.

En pleno caos en su existencia, le hace una arriesgada promesa a su hijo Nico, un avispado y bondadoso niño de nueve años: si acaba el curso con sobresaliente en todas las asignaturas, le regalará unas vacaciones «inolvidables». Contra todo pronóstico, Nico lo consigue y padre e hijo emprenden un viaje que resultará, inolvidable no, lo siguiente.

El mejor verano de mi vida es un remake de Sole a catinelle, de Gennaro Nunziante, que fue la película más taquillera del año 2013 en Italia. Dani de la Orden ofrece una comedia irregular cuyo principal activo es Leo Harlem, un actorazo ocurrente y divertido como pocos. La primera parte del film se limita al personaje de Curro y sus patéticas meteduras de pata. No se perece de aburrimiento gracias a Harlem, capaz el solo de llenar la pantalla y de provocar la risa a pesar de la insulsez del guion. En la segunda parte, la trama adquiere más ritmo, sobre todo por la presencia de unos secundarios de lujo, entre los que destaca una Isabel Ordaz en estado de gracia, que, a pesar de su breve aparición en el film, consigue elevarlo de nivel y contagiarle algo de su sello de calidad y dominio de la escena. Con sólo la expresión de su rostro -perfectamente maquillado o a cara lavada- logra transmitir la evolución interior que se ha producido en el personaje. La única pega que se le puede achacar es que su presencia sabe a poco en la cinta, deja con ganas de mucho más. Jordi Sánchez, mucho más comedido que en otras ocasiones, está impecable, y muy gracioso con su acento catalán -que no puede por menos de recordarnos al inolvidable José Sazatornil-, en su papel de marrullero en el mundo de los negocios. Alejandro Serrano está extraordinario como Nico. Habrá que seguir atentos a la evolución de ese jovencísimo actor, porque se le puede augurar un gran futuro. También está muy bien la niña Stephane Gil, y el resto del elenco, sin excepción, está magnífico.

En la historia no hay ninguna concesión al mal gusto y, a pesar de tratarse de una comedia intrascendente, hay un fondo de valores humanos, como la familia, la fidelidad, la ayuda a los demás, la importancia de los lazos afectivos por encima del dinero y los lujos, el compromiso con las causas sociales… Hay también una mirada divertida -el humor como forma de crítica amable pero eficaz - sobre algunas modas y tics de nuestra sociedad.

No es una gran película, pero es refrescante, permite pasar un buen rato y salir con la sonrisa en la boca. Un buen producto para el verano.