Cine y Valores

Custodia compartida

Título original: 
Jusqu'à la garde
Género: 
Puntuación: 
8

Average: 8 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2017
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
90
Contenido formativo: 
Crítica: 

VIOLENCIA MACHISTA

La primera escena presenta una situación común y desgraciadamente corriente: un matrimonio roto, que no logra ponerse de acuerdo sobre los hijos. La abogada del marido explica que su cliente acaba de mudarse a la ciudad para poder estar cerca de sus hijos. La letrada de la mujer alega que estos, Joséphine y Julien, no quieren volver a ver a su padre. Se procede a la lectura de la declaración del niño, que rechaza de plano toda relación con el padre. Solo los profesionales hablan. Todo está claro y sin estridencias. Antoine, el exmarido, sale abatido, Miriam, su exesposa, se aleja con un gesto inexpresivo que igual puede significar indiferencia ante la situación que miedo contenido. A pesar del rechazo de Julien, la juez concede a Antonio el derecho de visita de su hijo cada dos semanas. Joséphine será pronto mayor de edad y podrá decidir por sí misma. El espectador no sabe bien qué pensar sobre los personajes y la situación que se ha creado entre ellos.

Tras esa sencilla introducción, en la parte central de la película, que son los dos encuentros entre Antoine y su hijo Julien, las ambigüedades van desvelándose y la realidad va adquiriendo contornos cada vez más nítidos. En medio del proceso, se muestra la particular historia del personaje de Joséphine, que rechaza casi por igual a ambos progenitores, y cuyo comportamiento no augura nada bueno para su vida. Esta narración, a modo de digresión, tiene el valor de ralentizar un poco el dramatismo del auténtico hilo argumental, y aflojar algo la tensión antes de llegar al último «acto», a partir de la fiesta de cumpleaños de Joséphine, que va a adquirir la fuerza de un thriller de terror. Es tanto el desasosiego y la tensión, que el espectador tiene prisa por que se resuelva la situación, aun cuando, al mismo tiempo, teme por la suerte de los personajes, con los que el director ha conseguido que empatizase.

El reparto es auténticamente de lujo. Léa Drucker y Denis Menochet están magníficos desde todos los puntos de vista, pero la auténtica revelación es el joven Thomas Gioria. Solo con ese cuadro de actores, Xavier Legrand ya se habría asegurado el éxito. Pero, además, es capaz de llevar el ritmo con pulso firme y llevarnos suavemente desde la curiosidad por una historia que nos resulta ajena, hasta la más viva angustia por llegar al final del que se anuncia como terrible desenlace.

Legrand ha tenido la audacia de presentar una historia de ideología de género, pero no como un alegato, sino como un relato. O casi. Porque en un segundo visionado del film, queda despejada la duda que podía caber sobre si el desquiciamiento de uno de los protagonistas era la causa o bien la consecuencia del drama vivido. Entonces, en esta segunda vez, se descubren los indicios que, ya desde el principio, revelaban el desencadenante de la situación de ruptura familiar. Lo que en todo momento resulta meridianamente evidente es que, por muchas vueltas que se le dé y por mucho que se intente paliar o disimular, las principales víctimas de una ruptura matrimonial son los hijos, quienes, privados de la estabilidad familiar, carecen de la base y el respaldo necesarios para un proceso armónico de maduración personal. Interesantísimo tema para reflexionar.