El reverso de Pinocho
La película de Carax había despertado expectativas y era esperada con interés, pero no parece que vaya a resultar el éxito soñado. Presentada como película de apertura en el Festival de Cannes 2021, al final de la proyección hubo tantos silencios como aplausos y un grito de “Es una estafa” sonó en la sala. Unos adorarán Annette, la considerarán una obra perfecta, un modelo de hacer cine, mientras que otros la detestarán, por considerarla vacía de contenido y rozando lo patético. En todo caso, es una película impactante, que consigue dejar sin aliento al espectador.
Annette es una ópera rock, que nace del encuentro del grupo musical norteamericano Sparks, liderado por los hermanos Ron y Russell Mael, autores del guion, y del director francés Leos Carax. Es un musical que trata sobre la fama y que recoge también, aunque sea de refilón, algunos de los temas del momento, como una denuncia MeToo o la violencia sobre las mujeres.
La acción tiene lugar en el tiempo actual, en Los Ángeles. Ann Desfranoux es una cantante de opera de fama internacional. Henry MacHenry es un monologuista cómico de humor ácido. Son célebres y la prensa lleva en portada las noticias sobre su vida privada, como el nacimiento de su hija Annette, una niña misteriosa de características peculiares, que va a cambiar sus vidas.
Henry y Ann se aman apasionadamente y no dejan de repetir, como un mantra cantado, «we love each other so much», ya sea circulando en la noche, a toda velocidad, sobre su moto, ya en escenas tiernas o eróticas, magistralmente filmadas por Carax. Sin embargo, sus caminos profesionales empiezan a distanciarse y la relación se resiente. Poco a poco, la pareja va cediendo el protagonismo a Annette, su inquietante hija, cuya figura es el símbolo de la utilización del padre.
Antes de comenzar la proyección, Leos Carax advierte de que hay que contener la respiración y abstenerse de cualquier gesto o manipulación. Al principio, la película es prometedora y lanza temas realmente sugerentes. Es deslumbrante el plano secuencia del principio, con todo el equipo cantando la canción de los Sparks «So may we start», pero pronto la obra se muestra excesiva, a pesar de algunos momentos de gran belleza. El espectador se pregunta en qué sentido Henry, el monologuista, puede considerarse cómico, y en qué sentido Ann, la diva de la ópera, puede considerarse divina. Lo cual tiene que ver con el guion, no con el trabajo de los actores, pues Adam Driver y Marion Cotillard ofrecen un auténtico recital del arte de la interpretación. Aunque no es suficiente para mantener a flote una trama floja y sin contenido.
Porque ese es el problema, que todo es forma, un espectáculo apabullante y deslumbrante, pero vacío de contenido. Así sucede con las imágenes, algunas de gran hermosura, como el bosque en el que se aventura Ann como una prolongación del escenario de la ópera, pero que, de tan espectaculares, llegan a cansar.
En el palmarés del 74º Festival de Cine de Cannes, Leos Carax recibió, bien merecidamente, el «Premio al Mejor Director». Su trabajo es magnífico, el problema es el guion.