Época actual. Un pueblo al norte de Turquía, junto al mar Negro. Cinco hermanas huérfanas, sanas, bonitas y alegres, de edades comprendidas entre los 11 y los 17 años, se despiden de su profesora en el internado. El curso ha terminado. Chicos y chicas lo celebran jugando en la playa. Los vecinos consideran esos juegos inocentes un escándalo intolerable, que cuestiona seriamente la castidad de las niñas. La abuela y el tío, bajo cuya custodia están las cuatro huérfanas, deciden mantenerlas encerradas en casa y acelerar los procesos de compromisos matrimoniales. Pero las niñas no se conforman y, al modo de los “mustangs”, caballos salvajes tan hermosos como impulsivos e indomables, se rebelarán contra la falta de libertad. Pero Estambul, y, por tanto, la modernidad, está lejos y las hermanas no van a tenerlo fácil.
El decidido grupo de cautivas acaba transformando su cárcel en refugio contra las hostilidades del mundo exterior, bajo la inspiración de la más joven de las niñas, un auténtico diablillo encantador, que no conoce límites para liberarse de la opresión y alcanzar el paraíso de la libertad. Entonces, sin poder traspasar las rejas, son los rigoristas quienes están atrapados. Han perdido la libertad de actuar frente a las que eran sus prisioneras y son ellos los que están encerrados en su severidad moral.
Gamze Ergüven nos ofrece una conmovedora imagen de la colisión entre las costumbres y tradiciones ancladas en el pasado y los nuevos aires de una sociedad moderna que no puede aceptar que se considere a la mujer como un mero objeto propiedad del varón. El film tiene, pues, tintes de denuncia de un sistema que atropella los derechos humanos de la mujer. Sin embargo, sin quitarle gravedad a un tema tan serio, lo hace de forma gozosa, casi a manera de comedia amable y divertida, aunque sin obviar las crueles humillaciones ni las realidades de amarga tragedia.
Lo mejor de la película reside sin duda en el protagonismo colectivo del grupo de las hermanas, inquebrantablemente unidas por el mutuo afecto, cuya fuerza arrolladora sorprende e indigna a su fundamentalista entorno. Pero, a su vez, esa pequeña comunidad compacta y vigorosa deja ver la compleja personalidad de cada uno de sus miembros, sus ilusiones, frustraciones, errores, cobardías y debilidades. Las jóvenes actrices están formidables en sus respectivos papeles, y el resto del elenco cumple perfectamente. La fotografía es hermosa y la banda sonora muy acertada. En conjunto, una buena película que desde el principio atrapa al espectador y crea un puente de empatía entre él y las cinco niñas y su destino.
“Mustang” entretiene, pero también da que pensar sobre la situación de la mujer en países de nuestro entorno cercano y nos lleva a reflexionar si Occidente está real y suficientemente comprometido en erradicar costumbres que atentan claramente contra derechos humanos elementales.