Cine y Valores

Aquí y allá

Título original: 
Aquí y allá
Género: 
Puntuación: 
5

Average: 5 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2014
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
110
Contenido formativo: 
Crítica: 

Después de trabajar unos años en Nueva York, Pedro regresa a México. Ha ahorrado algo de dinero, y eso le permite soñar con dar a su familia una vida mejor y con la posibilidad de realizar su ilusión de formar un grupo de música, los Copa Kings, y poder ganarse la vida dando conciertos. Pero la vuelta al hogar no resulta nada fácil: sus hijas casi no lo conocen y les cuesta adaptarse a la nueva situación de la figura del padre. Por otra parte, les nace una tercera niña, prematura y con problemas y Pedro ve cómo no puede atender a todas las necesidades de los suyos, por lo cual se plantea volver a emigrar.
“Aquí y allá” tiene como telón de fondo la emigración, por el mero hecho de que la acción transcurre en la Sierra de Guerrero, una de las zonas más pobres de México, donde marcharse a los Estados Unidos es casi la única esperanza de salir de la penuria. Así la emigración es un tema constante en las conversaciones de unos y otros y omnipresente en toda la historia. Pero, la película se centra, sobre todo, en el reencuentro de Pedro con los suyos tras tanto tiempo de separación. Debería ser un punto de inflexión, de comienzo de una vida nueva, después de la aventura de los años de trabajo y amarga soledad lejos de su casa. Pero, en realidad, no va a suponer más que la dura experiencia de que el esfuerzo no ha servido de nada, todo sigue siendo igual y no puede cambiar porque, no solo en la sierra de Guerrero no hay salida, lo peor es que no hay salida en la vida de los pobres de la tierra.
La película nos presenta el drama cotidiano, irresoluble, de no encontrar ningún camino para escapar de la pobreza. En realidad Pedro no desea grandes cosas, no ambiciona riquezas, sólo aspira a vivir tranquilo con su mujer y sus hijas, de forma sencilla, con su gente, en su propia tierra. Trabajar de sol a sol en los maizales no le da para vivir con un mínimo de dignidad, atender a las necesidades básicas de su familia y menos aún poder adquirir las medicinas para su mujer y su hija enfermas. Y la música y los Copa Kings tan soñados no representan tampoco un medio de subsistencia.
Estamos ante una película tan cercana a la vida misma, tan real, que casi se diría un documental. Antonio Méndez Esparza no ha elegido actores profesionales para su película, sino gentes del lugar, que dan toda la impresión de estar interpretándose a sí mismos. Incluso sus nombres coinciden en la ficción y en la vida real. Y, como en un documental, el director se detiene en los detalles más nimios, de tal modo que el espectador queda totalmente involucrado, entra a formar parte de todo el ámbito de la vida de Pedro. Vive por dentro la monotonía de un tiempo carente de novedades, la lentitud del que se mueve doblado bajo el peso de un triste destino, los largos silencios de quien no se atreve a nombrar la realidad y llora sin lágrimas ni lamentos. Llega a comprender a Pedro y a Teresa, que, de tanta ausencia, han dejado de saber comunicarse y vibrar como una sola alma.
No es, sin duda, una película comercial, pero esto no le quita nada a la gran calidad de un relato realista e intimista. Uno sale de la sala con la conciencia de haber visto buen cine, pero también con la sorda angustia de haber presenciado el dolor del hombre oprimido, forzado a elegir entre irse “allá”, desarraigarse, o quedarse “aquí”, en su casa, y aceptar resignado una vida mísera y sin horizontes.